dilluns, 29 de setembre del 2008

¿SON MEDIOCRES LAS UNIVERSIDADES ESPAÑOLAS?

10/09/2008
Francesc Raventós Economista

Es sabido que para hacer frente a las amenazas de la globalización, el potenciar la formación, la investigación y desarrollo son instrumentos clave. Ante este objetivo el papel de la Universidad resulta crucial. ¿Pero están nuestras universidades al nivel que correspondería a la actualmente, todavía, novena potencia industrial del mundo?

Según la prestigiosa clasificación de las mejores 500 universidades del mundo que elabora anualmente la Universidad de Jiao Tong de Shanghai, las universidades españolas ocupan un lugar más bien mediocre. En este ranking aparecen únicamente nueve universidades españolas. La Universidad de Barcelona es la mejor colocada y se sitúa en el lugar 170. Le siguen la Universidad Autónoma de Madrid en el número 248, y muy cerca de esta la Universidad Complutense. La Universidad Autónoma de Barcelona se halla en el lugar 355. Siguen en las posiciones finales de este ranking dos Universidades de Valencia, y las de Granada, Sevilla, y Zaragoza.

Si analizamos sólo el ranking de las universidades europeas, no mejora mucho la estimación que se tiene de nuestras universidades. La Universidad de Barcelona ocupa el primer lugar entre las españolas en la posición 64, siguiendo las demás en lugares bastante alejados.

Esta clasificación, como muchas otras existentes, puede ser discutida en función de los criterios que usan para establecer la posición que ocupa cada universidad. Por ejemplo, tiene en cuenta el número de premios Nóbel que han salido de la universidad, las publicaciones en revistas científicas de prestigio, el peso de la investigación, etc., criterios que evidentemente favorecen a las universidades “ricas”, especialmente las anglo-sajonas. En cualquier caso, son criterios sobre aspectos a los que nuestras universidades no deberían renunciar a mejorar posiciones. ¿O es que la Universidad española debe renunciar ya de entrada a obtener algún premio Nóbel?

El hecho es que la clasificación de la universidad de Jiao Tong se ha impuesto como un referente internacional, en un entorno universitario cada vez más competitivo a nivel global. Si analizamos otros de los muchos indicadores existentes no mejora mucho el aprecio de nuestras universidades. En el fondo, no se trata tanto de discutir si los criterios son los más adecuados o no, sino de cómo se mejora la financiación, y la dirección y gestión de nuestras universidades para que realmente se obtenga una formación e investigación de calidad, conceptos clave para que la sociedad española pueda jugar su papel en la competitividad internacional, y en la mejora de la cultura y de la calidad de vida de los españoles.

En las declaraciones públicas todos los partidos políticos otorgan un gran papel a la universidad, otra cosa resulta cuando llega el momento de asignar los recursos públicos. Hoy es una evidencia clara que los recursos de que disponen las universidades son insuficientes para conseguir el nivel de calidad deseado. También debería verse cómo el sector privado y los estudiantes aportan una mayor financiación, en un sistema que debería ser generoso con las becas para los más capacitados sin recursos. Pero la financiación por si sola no resuelve el problema. La universidad debe resolver problemas estructurales básicos como son: su desfasada forma de gobierno, el status de funcionario existente, la internacionalización de profesores y estudiantes, la movilidad, la endogamia, una mayor relación universidad-empresa, etc. etc.

Evidentemente una reforma de este alcance no resulta fácil si tenemos en cuenta, más allá de las dificultades económicas actuales, las resistencias al cambio y los intereses corporativos existentes. Si esto es así, deberemos seguir conformándonos con ser mediocres y esperar que la realidad internacional vaya colocando también a nuestro país en el pelotón de los mediocres, con las correspondientes consecuencias políticas y sociales.