En los próximos meses la UE se
enfrentará al desafío que supone el referéndum en Gran Bretaña sobre su
permanencia como miembro. Este será uno más de los grandes retos que debe
afrontar: diseñar políticas que compatibilicen el crecimiento económico, y la
cohesión social con las reformas necesarias; dar una respuesta justa a la
llegada masiva de refugiados; aumentar
la seguridad para luchar contra el terrorismo sin coartar la democracia; el
escándalo de los paraísos fiscales, o adaptarse a los cambios del complejo escenario
mundial.
Para conseguir la Europa social de
progreso que deseamos, los estados miembros deben tener una visión común del Proyecto
Europeo y disposición a ceder soberanía. Un Proyecto que exige avanzar en la unión
política, económica y social recuperando el espíritu, los principios y valores
fundacionales, como son el respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, solidaridad...,
elementos básicos para la paz y el bienestar de sus pueblos.
El referéndum británico coincide en un momento
crítico para la UE. No hay una visión compartida del Proyecto por parte de los
estados miembros, ni hay unidad de criterio sobre cómo resolver los problemas
planteados. Gran Bretaña es un ejemplo
extremo en cuanto a la disparidad de objetivos. Siempre ha concebido la UE como
un “gran mercado común” sin más. Las concesiones de singularidad que en su día se
le otorgaron ya desvirtuaron la esencia del proyecto común. Ahora con las
nuevas concesiones que David Cameron ha obtenido en la negociación previa al
referéndum, se ha abierto la puerta a nuevas excepciones y a frenar el avance a
la integración.
El acuerdo firmado consagra Gran Bretaña
como un miembro singular con un estatus único, que quiebra los principios de unidad, progreso
y solidaridad que han vertebrado la UE. Se acuerda, por ejemplo, dotarla de un freno
de emergencia que permite impedir la entrada de inmigrantes o que reciban
prestaciones sociales. Se acepta que la City de Londres (bancos y entidades
financieras) no estén sometidos a las directrices de Bruselas y que el gobierno
británico pueda frenar, cualquier decisión comunitaria que las afecte. También
se exime a Gran Bretaña de aplicar los acuerdos que supongan una mayor
integración. Estas nuevas concesiones son una puntilla que hará fracasar el
proyecto europeo.
El resultado del referéndum es una
incógnita. Hay mucha confusión y el voto ideológicamente parece será
transversal. Para los que deseamos una Europa social unida, lo deseable sería que
los británicos optaran el NO a seguir siendo miembros. Supondría liberarnos del
permanente bloqueo británico a la
integración europea. Las relaciones con el
Reino Unido han sido un foco de tensión permanente. Cuando en 1957 se fundó la
Comunidad Económica Europea, Gran Bretaña no pudo incorporarse hasta 1973,
debido a amplios desacuerdos y a la desconfianza del general De Gaulle por la
concepción que tenían los británicos sobre los objetivos del proyecto europeo. Si
el resultado del referéndum es SI, se frenara en seco avanzar hacia la integración;
el NO significará que la UE dejará de representar a 500 millones de personas, pero
en cambio permitiría crear, un robusto proyecto europeo de una dimensión algo más
reducida, pero con una visión y objetivos compartidos.
Lamentablemente, cualquiera que sea el
resultado conlleva sus contradicciones. El SI a la permanencia es la apuesta de
las elites económico- financieras a las
que interesa disponer de un “gran mercado común”, pero que no desean una Europa
social solidaria. Un NO hace que se coincida con los sectores más conservadores
y de extrema derecha, xenófobos y marcadamente anti europeístas. Pero el NO que deseamos, significa precisamente
todo lo contrario, es un NO a una Europa liberal a la que solo le interesa la
economía, y es un SI a una Europa social fuerte, solidaria y unida al servicio
de todos los ciudadanos.
La historia no se detiene. Esta Europa
que ya ha iniciado su declive: estancamiento económico, aumento de la
desigualdad, pérdida de ilusión por
parte de los ciudadanos, y pérdida de protagonismo a nivel internacional, corre
el riesgo de ser irrelevante si no avanza hacia la integración. Hay que
recordar que la UE globalmente, todavía hoy es el centro económico, científico,
cultural y social más importante del mundo. Si quiere sobrevivir en el entorno
de globalización actual debe recuperar el sentido de su proyecto fundacional. Sólo
así podrá defender sus principios y valores, los intereses de sus ciudadanos y
influir en las decisiones mundiales.
Francesc Raventós
Ex decano del Colegio de economistas de Catalunya
ALTERNATIVAS ECONOMICAS Nº 037 - Junio 2016